MARÍA:
PILAR DE NUESTRA FE
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Delegado Episcopal de Religiosidad Popular
La fiesta de Nuestra Señora del Pilar es
una de las devociones más antiguas y populares de las que se celebran en España
e Hispanoamérica.
La Santísima Virgen es la primera y la
más fiel discípula de Cristo, al adherirse total y responsablemente a la
voluntad de Dios, acogiendo la Palabra y poniéndola en práctica; porque su
acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio; porque
recorrió su propio camino de fe y acompañó a su Hijo, Jesucristo, en su
sacrificio de redención del mundo.
Tal y como se recoge en unos documentos
del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, la historia de la devoción a la Virgen
del Pilar, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión
de Jesucristo.
En el año 40 después de Cristo, los
Apóstoles habían empezado a cumplir la misión evangelizadora. Y nos dicen los
documentos que el Apóstol Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos
discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que
se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas
del Ebro". El Apóstol fue viendo que aquella civilización era
increíblemente dura. Era muy difícil hacer llegar a esas gentes las palabras
del Evangelio, por lo que, Santiago comienza a desanimarse al ver que su
esfuerzo no da frutos.
Fue en la noche del 2 de enero del año
40 el apóstol Santiago, que se encontraba descansando con sus discípulos junto
al río Ebro,
la Santísima Virgen María, en carne mortal, vino desde Jerusalén a Zaragoza
para consolar y confortar al apóstol Santiago en su misión de predicar el Evangelio.
El Apóstol de repente "oyó voces de
ángeles que cantaban “Ave, María, gratia plena” y vio aparecer a la Virgen
Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, le
pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno
al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta
el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por
mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi
patrocinio".
Desde entonces el santo nombre de María resuena
bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar.
Este hecho queda narrado en los folios
finales del códice «Moralia sive Expositio in Job» datado en 1297 conservado en
el archivo de la Catedral-Basílica.
Desde esa bendita hora, María se ha
hecho entre los cristianos pilar y templo de nuestra fe en la que se asienta gran parte de la espiritualidad
de todo un pueblo. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo
de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés,
va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a
los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.
María es el paradigma de la santidad
auténtica, representando el modelo en el orden de la fe, de la caridad y de la
perfecta unión con Cristo, pues por su inmediación rinde culto al Padre Eterno.
También supone el ejemplo del amor de madre que debe animar a todos los que
colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar a los hombres a
una vida nueva. María es la muestra de aquel culto que consiste en hacer de la
propia vida una ofrenda a Dios y de este, un compromiso de vida.
Desapareció la Virgen y quedó el pilar. El
apóstol Santiago y los ocho testigos, comenzaron a edificar una iglesia en
aquel sitio. Pero antes que estuviese terminada, Santiago ordenó presbítero a
uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título
de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea.
Años más tarde, el Papa
Clemente XII (siglo XVII) es consciente de esta profunda devoción e instaura
el 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar.
Y es el 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón pone el
primer pie en América y así queda patente que hay mundo más allá de Hispania.
Por este motivo Nuestra Señora, la Virgen del Pilar es patrona de la hispanidad
porque se puso bajo su manto la evangelización de las nuevas tierras.
La devoción del pueblo por la Virgen del
Pilar es tan profunda entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la
Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio e la fiesta del Pilar en el
que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y
piadosa creencia".
La Virgen del Pilar no está dormida ni
callada, nos habla en lenguaje claro y clave moderna constituyendo un elemento
importante de cohesión y de identidad en España y en el mundo católico. El
Pilar de Zaragoza ha sido siempre considerado como símbolo de la firmeza de fe
de los españoles. No olvidemos que la fe sin obras está muerta. Aspiremos a ‘la
fe que actúa por la caridad’. Que la fe de los cristianos, a imagen de la fe de
María, sea fecunda y operante. Que se haga solicitud hacia todos, especialmente
hacia los más necesitados, marginados, minusválidos, enfermos y los que sufren
en el cuerpo y en el alma.
María: Esa columna, sobre la que posa
leve sus plantas tu pequeña imagen, sube hasta el cielo: puente, escala, guía
de peregrinos. Cantan tus glorias las generaciones, todas te llaman
bienaventurada, la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos. Abre tus
brazos virginales, Madre, vuelve tus ojos misericordiosos, tiende tu manto, que
nos acogemos bajo tu amparo.