miércoles, 6 de noviembre de 2024

HOMILÍA PARA LA FIESTA DE SAN MARTÍN DE TOURS

 HOMILÍA PARA LA FIESTA DE SAN MARTÍN DE TOURS



 

Los innumerables testimonios de los santos que imitan a Cristo han de servirnos de lámparas según las cuales hemos de navegar en nuestras vidas.

Sus historias nos muestran cómo sobrellevar reveses, crisis y burlas de la manera más acorde a nuestra fe. Sus biografías nos muestran el camino que nosotros también estamos llamados a seguir. Y es muy esperanzador ver lo que personas como nosotros (como tú y como yo) han logrado hacer.

No hace falta que nos inventemos nada nuevo, ellos nos han precedido por los senderos hacia la santidad, y así sus ejemplos concretos nos sirven de inspiración, y los sacramentos y la oración como combustible para seguirlos.

Todos los santos son un enorme tesoro para la Iglesia y, por eso, es tan importante recordar las obras y momentos que marcaron sus vidas.

Recordamos hoy a san Martín, obispo de Tours, uno de los santos más célebres y venerados de Europa. Nacido de padres paganos en Panonia, en la actualidad Hungría, en torno al año 316.

Es un santo muy conocido por su gesto de caridad hacia un pobre con el que compartió sus ropas, pero que fue sobre todo un gran obispo de los primeros siglos de la Iglesia, y un obispo que tuvo un papel muy importante en el desarrollo del monacato en Occidente.

La vida de san Martín de Tours nos puede servir de modelo en muchos aspectos.

El papa Francisco dice que “el Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, […] cada santo es un mensaje que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y regala a su pueblo.(Gaudete et exúltate, 6 y 21).

¿Cuál es el mensaje que el Espíritu Santo nos regala en la vida de San Martín?

 

1.- Lo primero que destaca de San Martín y por lo que ha pasado a la historia de la Iglesia es su caridad inmensa.

El episodio de su vida que más se conoce sucedió en la etapa de su juventud, cuando el santo tenía tan solo 18 años. La convicción y el valor que mostró ya con esa edad son muestra de que estaba lleno del Espíritu Santo.

Se trata del episodio del pobre hombre que tiritaba de frío al que encontró por el camino. Martín, que no llevaba nada para regalarle, sacó la espada y dividió su manto en dos partes, dándole la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños a Jesucristo que se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.

Lo que experimentó san Martín es la verdad de lo que Jesús dice en el evangelio: que Él se identifica con el pobre, con el que pasa hambre o sed, el que está desnudo o cualquiera que necesite nuestra ayuda. Así lo vivió san Martín, como también otros santos, que tomaron en serio las palabras de Jesús y las hicieron vida, dedicándose a acoger a los más pobres y servirles, porque en ellos veían el rostro mismo de Cristo.

Nosotros, cristianos, también debemos hacer nuestras estas actitudes, que son un signo claro de nuestra fe. Servir y amar a Cristo en los más pobres, ser solidario con ellos, ayudar a que se integren en la vida de la sociedad, son actitudes básicas de quien cree en Cristo. Creo que celebrar a san Martín como patrono significa, comprometerse de manera especial en el servicio a los más pobres.

El gesto caritativo de san Martín se inscribe en la misma lógica que impulsó a Jesús a multiplicar los panes para las multitudes hambrientas y, sobre todo, a entregarse él mismo como alimento para la humanidad en la Eucaristía, signo supremo del amor de Dios. Es la lógica de la comunión, con la que se expresa de modo auténtico el amor al prójimo.

San Martín nos debe ayudar a comprender que solamente a través de un compromiso común de solidaridad es posible responder al gran desafío de nuestro tiempo: construir un mundo de paz y de justicia, en el que todos los hombres puedan vivir con dignidad. Esto puede suceder si prevalece un modelo de auténtica solidaridad, que permita garantizar a todos nuestros hermanos el alimento, el agua, la asistencia médica necesaria, pero también el trabajo y los recursos energéticos, así como los bienes culturales, el saber científico y tecnológico.

 

2.- El segundo aspecto que podemos destacar de la vida de san Martín es su vocación monástica. San Martín, que comenzó siendo soldado como su padre, después de su conversión a la fe en Cristo dejó la espada y buscó la soledad. Su maestro san Hilario de Poitiers, le cedió unas tierras para que edificara con algunos amigos  un monasterio y se retirara allí. Fue el primer monasterio que hubo en Europa, el de Ligugé. En esta soledad estuvo diez años dedicado a orar, hacer sacrificios y estudiar las Sagradas Escrituras. Este monasterio se convirtió muy pronto a en un gran centro de vida religiosa. Todo esto nos habla de la importancia de la oración en la vida del cristiano.

San Martín buscaba y deseaba el retiro y la oración, porque sabía que era indispensable para vivir en el seguimiento de Cristo. La vida de este santo nos obliga a preguntarnos qué lugar ocupa la oración en nuestra vida: ¿dedicamos tiempo al silencio y la contemplación? ¿leemos con serenidad las Sagradas Escrituras dejando que transformen nuestra vida?

Ser devoto de San Martín significa, también, dedicar como él tiempo a la oración.

 

3.- Finalmente, unos diez años después de establecerse en Tours, los cristianos de la ciudad, que se habían quedado sin pastor, lo aclamaron como su obispo. Desde entonces san Martín, se dice que él lo aceptó por “deber”,  se dedicó con ardiente celo a la evangelización de las zonas rurales y a la formación del clero.

Lo cierto es que fue un obispo evangelizador, que realizó un gran esfuerzo porque el Evangelio de Jesús llegara a todos los rincones y a todas las personas. Para ello recorrió cada pueblo de su diócesis, dejando a un sacerdote en cada uno de ellos. Con ello, fue el fundador de las parroquias rurales en Francia.

San Martin evangelizaba no sólo con la palabra sino con el testimonio de su vida. Además de la caridad con los más pobres, que mantuvo siempre, tenía buen genio y era alegre y amable. En su trato empleaba la más exquisita bondad con todos, por lo que se ganó el cariño de todo el pueblo.

 

La vida de san Martín nos interpela para que nosotros también seamos evangelizadores. Los cristianos del siglo XXI hemos perdido la fuerza misionera. Quizás nuestra fe es demasiado débil o nos sentimos acomplejados ante una sociedad que está muy alejada de Dios. Hemos de recuperar la alegría de vivir la fe y de transmitirla.

“El Señor nos ha ungido, nos ha enviado a llevar la buena nueva a los desvalidos de nuestra sociedad”. Estas palabras eco de las palabras del profeta se cumplen en san Martín y están dirigidas también a nosotros.

Cada uno somos enviados para proclamar la buena nueva a todos, pero especialmente a los más pobres. Si nos comprometemos al servicio de los pobres, y vivimos unidos a Dios en la oración y recuperamos el entusiasmo evangelizador, habremos celebrado con autenticidad esta fiesta en honor del glorioso san Martín.

Dirijámonos ahora a la Virgen María, para que nos ayude a ser, como san Martín, testigos generosos del Evangelio de la caridad y constructores incansables de la comunión solidaria.

Y que san Martín parta su capa con nosotros para que nuestro corazón no se hiele de frio y nos otorgue vivir como comunidad cristiana la vida de Cristo.

Amén.

 

 

 

 

 

 

11 de noviembre 2024

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