“VÍA LUCIS”: CAMINAR CON EL RESUCITADO
Por Antonio DÍAZ
TORTAJADA
Delegado
Diocesano de Religiosidad Popular
Recientemente,
en diversos lugares, se está difundiendo un ejercicio de piedad popular denominado “Vía lucis” (“Camino de la Luz”).
En él, como sucede en el “Vía Crucis” (Camino de la cruz), los fieles,
recorriendo un camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús
--desde la Resurrección a la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía--
manifestó su gloria a los discípulos, en espera del Espíritu prometido,
confortó su fe y culminó las enseñanzas sobre el Reino.
Cristo ha
resucitado. Cristo luz del amanecer, se siembra hoy en el corazón de muchos
cristianos. Camino de la Luz: no es para meditar y actualizar los misterios que
ya pasaron, sino celebrar la realidad de la persona de Jesús tal como ahora
está: resucitado corporalmente y repleto de luz, gloria y esplendor, tal cual
estaremos nosotros con nuestros propios cuerpos transfigurados al final de los
tiempos.
Así como
celebramos el “Vía Crucis”, con más razón tenemos que celebrar la realidad de
la Resurrección. El “Vía lucis” nos pone en contacto con Jesús Resucitado, el
que vive. Para ello nada más hermoso y gratificante que recrear las escenas
bíblicas de Jesús Resucitado, no en estaciones dolorosas, sino en estaciones
luminosas, gloriosas, transfigurantes.
El encuentro con
Cristo Resucitado ilumina la vida de los discípulos con una luz nueva. El “Vía
Crucis” es una tradición medieval que recorre, en catorce estaciones, los
momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo. Pero ésta es la
primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la
mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del Espíritu
Santo, el día de Pentecostés. Su efecto maravilloso alcanza la vida de la
Iglesia hasta nuestros días.
El “Vía lucis” es
una devoción reciente que recorre, también en catorce estaciones, el camino
triunfante de Cristo desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos
evangélicos. Benedicto XVI señala que la fe es fruto de un encuentro: “Hemos
creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción
fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o
una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona,
que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
La idea de esta
devoción parte del padre Sabino Palumbieri, profesor de Antropología en la
universidad salesiana de Roma que en 1984 fundó el movimiento “Testigos del
Resucitado” con el fin de impulsar y dar a conocer en la vida cotidiana la
fuerza de la Resurrección.
A año siguiente
el “Vía lucis” es presentado ante don Egidio Viganó (VII sucesor de Don Bosco)
quien nombró una comisión teológica para estudiar esta formulación piadosa popular,
y en abril de1990 en Roma, se celebro solemnemente el “Vía lucis”... en las
catacumbas de san Calixto, con ocasión del Capitulo General de los Salesianos donde reposan los mártires, testigos de una fe en el
“El “Vía lucis”
es la continuación normal y lógica del vía crucis”, dice el salesiano Luis
Rosón, asesor espiritual del movimiento “Testigos del Resucitado”. Sin embargo,
el “Vía lucis”, mucho más que las catorce estaciones que comprenden el tiempo
que media entre la Resurrección y Pentecostés han servido para alimentar la fe
de miles de personas durante estos últimos treinta años. Rosón cuenta que, “cuando
cayó el muro de Berlín, el nuncio en Moscú nos pidió que fuéramos a la plaza
Roja a rezar el “Vía lucis”, y fue impresionante ver a la gente conmovida,
llorando mientras rezaban”. Escenas similares se han repetido en China, “donde
los salesianos tenemos un leprosorio; allí lo rezamos con los enfermos de
manera discreta. Sin mucho ruido, pero lo hacemos…”.
En Croacia y en
Bosnia, especialmente en la zona musulmana, hay parroquias en las que se reza
todos los sábados del año. En Roma se hace en las catacumbas de san Calixto
–«porque los mártires son los primeros en celebrar la victoria de Cristo sobre
la muerte»–, en Jerusalén se reza desde 1992 sobre la roca del Calvario en la basílica
del Santo Sepulcro, y sus estaciones han llegado también a santuarios como
Fátima y Pompeya. Su devoción se ha extendido por Australia, América y África,
y hoy en día lo rezan laicos, sacerdotes y obispos.
A Juan Pablo II
«le encantó cuando lo conoció», dice el salesiano, que desveló que la madre
Teresa lo rezaba con sus hermanas en la casa de Roma. «Pero lo más conmovedor es
cuando lo rezan los enfermos, afirma el padre Rosón. Es muy bonito presenciar
cómo cada estación les da esperanza en medio de tantos sufrimientos”.
El “vía lucis”
ha dejado de ser una devoción de los salesianos para extenderse por toda la
Iglesia con el aliento de Cristo Resucitado. En el año 2002, la “Congregación
para el Culto Divino” avaló esta devoción afirmando que el “Vía lucis” es “una
óptima pedagogía de la fe” en medio de “una sociedad marcada por la cultura de
la muerte, con sus expresiones de angustia y apatía”, a la que ofrece «los
valores esencialmente pascuales: la liberación, la alegría y la paz”.
El “Vía lucis” es
algo más que decir “camino de la luz”, es más bien camino para contemplar la
vida, la luz que ilumina la existencia. Esta “vía” nos orienta hacia un orden
superior de nuestra misma existencia, que este caminar por el evangelio se hace
para el hombre experiencia distinta, es el gran misterio que nos descubre todos
los demás misterios de la naturaleza. Que si no se entra ahí, nada se descubre,
sobrarán todas las palabras, no hay sabor si no se mastica.
El “Vía lucis”
ese caminar por los días en que Cristo caminó resucitado entre los hombres fue
algo que quedó bien impreso en el sentimiento de los cristianos ortodoxos, y
eso hasta nuestros días. Ellos menos racionalistas, más cercanos vitalmente a
lo evangélico, más creadores para un arte que naciera del espíritu, menos
buscadores de un temario de la historia bíblica, y sí más seducidos hacia la
figura resucitada de Cristo, y ahí ellos los más profundos y realizadores de un
arte realmente religioso, de menos exactitud con la imagen visible, que eso
menos importaba, y sí creadores para poner en imagen lo interior, el espíritu.
El “Vía lucis”
trata de visualizar la vida frente a la muerte y muerte de Cruz. El “Vía lucis” se hace encuentro de Cristo con
los suyos, diálogo y una mirada al futuro; a nuestro hoy tenemos que añadirle
toda la alegría que le corresponde: La emoción, el aleluya exultante, con
música de altura.
Se trata de mostrar
cómo Jesús acompaña a la Iglesia desde el principio, y lo sigue haciendo. Esta idea bebe de la conocida frase de
Bonhoffer en la que, parafraseando a Arquímedes, afirmaba que la Resurrección
es el punto de apoyo que puede mover el mundo. La Semana Santa no termina en la
muerte, y esto hacía falta pasarlo a la devoción popular. En nuestra
Religiosidad Popular hay mucho Viernes Santo y poco Domingo de Pascua.
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