SAN VICENTE FERRER TAMBIÉN ESTABA EN CAMPANAR
Por Antonio DÍAZ
TORTAJADA
Delegado Episcopal de Religiosidad Popular
Glorioso
san Vicente Ferrer,
patrono
de los desamparados y consuelo de los afligidos:
Nuestra
ciudad está desolada y triste
por
el devorador incendio del edificio
de
nuestro barrio valenciano de Campanar.
Acudimos
a ti en busca de luz, de esperanza y protección.
por
los que han perdido sus seres queridos y sus hogares.
Tú,
que dedicaste tu vida a llevar la paz y la fe
con
tu palabra a aquellos que más lo necesitaban,
te
rogamos que intercedas por nosotros
ante
nuestro Dios amado,
el
Dios de la vida,
y
el Dios de todo consuelo.
¿Dónde
estabas Vicente Ferrer,
protector
nuestro en esos momentos
que
el fuego devoraba ese coloso edificio?
Pensábamos
que estábamos abandonados de tu mano.
Pero
¿cómo podemos seguir siendo hombres de fe
cuando
contemplábamos tantas vidas rotas
y
la vida estaba atravesada por la muerte,
la
desgracia, la tragedia, y el horror del fuego?
¿Dónde
estabas Vicente Ferrer, patrono de nuestra ciudad?
¿Nos
habías abandonado de la mano?
¿No
pudiste frenar la fuerza del fuego destructor?
Sin
embargo, estabas en medio del sufriente pueblo valenciano,
es
más, estabas sufriendo con nosotros
las
agresiones de las llamas;
estabas
padeciendo los efectos del fuego,
que
el egoísmo y la inconsciencia de nosotros,
humanos
muchas veces nos fabricamos.
A
veces debemos contemplar más allá de nuestro entorno
y
tener claro que hay desastres
que
no son naturales, sino resultado de nuestra falta de previsión.
No
fue voluntad de Dios, no,
el
que surgiera esa hoguera que lo destruía todo.
Dejemos
el discurso de la complicidad.
Menos
aún podría ser un castigo de Dios.
Quien
diga esto nunca podrá entender al Dios de Jesús.
Que
veamos, más bien, en estos acontecimientos luctuosos
los
signos o sacramentos de una realidad misteriosa,
la
de un Dios, que con todos sus santos participa
en
los gozos y esperanzas, sufrimientos y tristezas
de
los hombres de todos los tiempos.
¿Dónde
estabas Vicente Ferrer aquel jueves de febrero
de
dos mil veinticuatro?
Tú
estabas en los huecos de las escaleras,
en
las habitaciones y comedores
de
esos monumentales bloques de viviendas
sin
poder escapar de las llamas,
sufriendo
con todos nosotros
y
contemplando como el fuego devoraba vidas y recuerdos.
Tú
estabas viendo como un puñado de hogares
se
estaban quemando,
e
impotente de poder extender tu mano para frenarlo;
tú
contemplabas desde el fuego como miles de personas
lloraban
desesperadamente cuando el fuego lo destruía todo.
Vicente
Ferrer tú estabas en quienes sufrían la desgracia;
estabas
viviendo en carne propia
el
miedo, el sufrimiento y el abandono.
Pero
también estabas en las manos
de
quienes arriesgaron su vida por salvar otras vidas,
en
quienes planificaron y se entregaron totalmente:
bomberos,
policía o protección civil,
al
servicio de los hombres y mujeres que estaban sufriendo impotentes sin poder
hacer nada.
Precisamente
ahora nos toca a nosotros
seguir
estando con estos hermanos que siguen sufriendo.
Nos
toca ayudarte.
Nos
toca, contigo, hacer presente al Dios de la esperanza
en
las vidas de tantas familias rotas por el fuego.
Tú,
Vicente Ferrer, estás allí, entre el rescoldo de las llamas,
ensuciándote
las manos y debemos ayudarte.
Tú
no estás en las nubes,
tú
estás en las manos de todos.
Tú
estás en el corazón generoso de los valencianos.
Tú
estás entre nosotros.
Protégenos
de todo mal y peligro que pueda rodearnos.
Enséñanos
a encontrar la esperanza en medio de las dificultades
y
a confiar en la providencia divina en todo momento.
Concédenos
fuerza para actuar
y
devolver la esperanza a tantas familias y personas
que
han vivido, y lo seguirán viviendo, el drama del fuego.
Quizás
a través de nosotros puedan llegar al misterio de Dios,
el
impensado, que en su escondidez y ocultación
sigue
siendo fuente de dignidad y esperanza.
Vicente
Ferrer, modelo de santidad plena,
de
caridad y de humildad,
te
imploramos que nos guíes en nuestro camino
y
nos ayudes a encontrar la paz interior que nos falta.
Fortalécenos
en estos momentos de desesperación
y
concédenos la fuerza para superar cualquier adversidad.
Confiamos
en tu poderosa intercesión ante el trono de Dios,
y
te agradecemos por escuchar nuestras plegarias.
Que
tu luz divina nos acompañe siempre,
protegiéndonos
y guiándonos
hacia
la esperanza y la felicidad plena.
Amén.
(Valencia, 22 febrero 2023)
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