HOMILIA SEDE JUNTA DIOCESANA
DE HERMANDADES
L´ALCUDIA, 26 DE FEBRERO 2023
Os saludo con afecto a todos los que participáis en
esta jornada-encuentro para inaugurar la Sede 2023-2024 de la Junta de
Hermandades de Semana Santa en L´Alcudia y que habéis venido de diversas
ciudades y pueblos de nuestra Diócesis.
Un saludo los que con un corazón cofrade, dedicáis
parte de vuestro tiempo a la hermosa labor de anunciar en la calle la Pasión, Muerte
y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Un saludo a todos los que en este tiempo de preparación
para vivir el esplendor de nuestra Semana Santa ya tenéis revisados y
dispuestos todos los elementos necesarios para la procesión, porque nada se
improvisa y todo lo cuidáis con esmero.
Un saludo a vosotros, que habéis demostrado que sois conscientes de vuestra gran responsabilidad y de que sois enviados por la Iglesia a la evangelización, a sacar a la calle el “misterio central de nuestra Fe”.
1.- El miércoles
pasado comenzamos el tiempo de Cuaresma, tiempo fuerte, fundamental en el
devenir del año litúrgico, y en la vida de los cristianos, en la vida de los
hombres y mujeres de fe, en la vida de los cofrades, si durante todo el año estamos
intentado reflexionar sobre lo que significa seguir a Jesús hoy, en este tiempo
lo debemos hacerlo de una forma especial. Cuaresma, cuarenta días de
preparación a lo que son los acontecimientos centrales de nuestra fe: Pasión,
Muerte y sobre todo Resurrección de Jesús.
El Evangelio de hoy nos ha colocado al Señor al
comienzo de su vida pública, siendo tentado por el diablo, nosotros también
vamos a comenzar un camino, el camino de este tiempo cuaresmal. Nos ponemos en
el punto de salida, y en este lugar comienza la posibilidad de que sea un éxito
o un fracaso. Es preciso determinar hacia dónde vamos, cuál es nuestra meta,
cuál es nuestro objetivo, el miércoles de
ceniza nos lo recordaron: Conviértete
y cree en el evangelio. Ese es nuestro punto de partida, nuestra meta y
nuestro objetivo: la conversión, el llegar a renovar de tal modo nuestra manera
de pensar y de actuar que realmente terminemos como hombres y mujeres nuevos.
Morir con Jesús en la Cruz, para resucitar con Él como personas cambiadas la
noche del Sábado Santo.
Quienes hemos vivido ya muchas cuaresmas puede que
perdamos el valor fuerte de los gestos y palabras tantas veces repetidos, y
podemos caer en la monotonía de vivir una Cuaresma más o podemos también
ponernos al inicio de un camino, conscientes de la tarea que tenemos por
delante. De nosotros depende que escojamos una cosa u otra.
La Cuaresma ciertamente es el tiempo favorable para
volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos
con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre
las cenizas de nuestra frágil humanidad. Es el tiempo de gracia para volver a
Dios de todo corazón
Este es el tiempo favorable para convertirnos, para
cambiar la mirada antes que nada sobre nosotros mismos, para vernos por dentro.
Cuántas distracciones y superficialidades nos apartan de lo que es importante.
Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta,
alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de
nuestro ser en el mundo.
La Cuaresma es un tiempo de verdad para quitarnos las
máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo;
para luchar, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las
nuestras.
3.- Vosotros, mis queridos hermanos cofrades, estáis
llamados, por vuestra propia vocación cristiana y piedad particular, a
restaurar la armonía en el seno de vuestras cofradías, que han de ser
auténticas escuelas de fraternidad y concordia.
La unión entre quienes formáis las hermandades, es
mucho más que la suma de los esfuerzos para sacar un paso, entonar hermosos
acordes para acompañarlos o seguirlos con orden en una respetuosa y silenciosa
procesión. Lo que representamos en unos pocos, pero intensos días de la Semana
Santa, ha de ser la expresión de lo que estamos llamados a vivir durante todo
el año tanto dentro como fuera de las sedes de nuestras cofradías.
Muchas veces nos veremos tentados para querer destacar
sobre otros, o realizar nuestros actos de manera exclusiva y diferenciada, o
desear que los intereses particulares primen sobre los generales. Somos
personas limitadas, y sabemos de nuestras debilidades, pero precisamente la
pertenencia a una Hermandad que ante todo ha de estar unida en el amor a
Jesucristo, nos va purificando y ayudando a vivir con coherencia el Evangelio
del Señor, superando esas carencias y abriéndonos al don de su misericordia en
la reconciliación con Dios y con los hermanos.
Nuestras cofradías penitenciales tienen
permanentemente el reto de vivir inmersas en el ambiente cotidiano, pero no
para diluirse en sus mismos intereses y objetivos, o para mantener las
relaciones de enfrentamiento e imposición que tanto lo caracteriza, sino para
“ser sal y luz” en medio de la sociedad en la que vivimos, para que viendo como
nos amamos, y cómo cuidamos la fraterna unidad, el mundo crea en el Señor.
Las cofradías no son una simple asociación de personas
para conseguir unos objetivos más o menos inmediatos. Las cofradías es una
forma de vivir en cristiano, de seguir a Jesucristo, de estar en la Iglesia, de
caminar como ciudadanos de este mundo, de sentir el calor de la propia familia.
Una hermandad o cofradía no es solamente una
agrupación a la que se pertenece, ni siquiera una serie de actividades
religiosas en torno a unas imágenes veneradas. La hermandad es un espíritu, una
vida, una fe, un patrimonio espiritual. A vosotros, tan importantes y
necesarios, queridos cofrades, os pido que aprovechéis este tiempo de Cuaresma
y Semana Santa para espabilar vuestros oídos escuchando la Palabra de Dios,
potenciando las obras de caridad y que deis gracias a Dios por todas las
oportunidades que os regala para la alegría.
Vivir como cristianos todos los días y amar al Señor
Jesús de verdad, nos favorece para acogerle en nuestro corazón y en nuestra
propia vida.
Para todos los cristianos, pero especialmente para los
cofrades, Cristo es el centro de atención y hacia Él deben dirigirse nuestros
pasos, pensamientos y toda la actividad, porque Jesús nos ha dado ejemplo de
amar a Dios Padre, de hacer su voluntad y de entregar la vida por amor.
El olor del incienso al paso de las sagradas imágenes
nos recuerda la importancia de dar testimonio de vida, porque las buenas obras
de caridad, llegan a los otros antes que la palabra y exhalan el buen olor de
la fe. Así evangelizaréis las cofradías, con el ejemplo antes que con la palabra,
y despertaréis los sentimientos de fe profunda, que están en el corazón de
nuestro pueblo y favoreciendo la cercanía del necesitado al corazón
misericordioso de Dios.
Acudid siempre a Cristo, fuente inagotable, refuercen
su fe, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria, la
liturgia. A lo largo de los siglos, las Hermandades han sido fragua de santidad
de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad
con decisión hacia la santidad; no se conformen con una vida cristiana
mediocre, sino que su pertenencia sea un estímulo, ante todo para ustedes, para
amar más a Jesucristo.
Cuando veo en nuestras o plazas la gran variedad de
colores y de signos en vuestras túnicas, tengo presente a la Iglesia. Así es la
Iglesia: Una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se
reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo.
Os encomiendo especialmente al cuidado de la Santísima
Virgen María, en sus diversas advocaciones, pidiéndole que os ayude a todos los
cofrades a responder tan rápidamente como los discípulos a la llamada de
Cristo, para que por donde paséis seáis portadores de paz, misericordia y
perdón; también para que caminéis siempre cerca de Jesús y atendáis con el
mismo corazón del Señor los gritos y súplicas de los que están en las cunetas
de los caminos pidiéndonos ayuda. Le pido a Nuestra Señora que os de fortaleza
para que seáis generosos en dar el amor y la ternura de Dios.
Que así sea.
(L´Alcudia, 26 de febrero de 2023)
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