martes, 6 de diciembre de 2016

FIN Y COMIENZO DEL AÑO CIVIL




FIN Y COMIENZO DEL AÑO CIVIL


De la piedad popular provienen algunos ejercicios de piedad característicos del 31 de Diciembre. Este día se celebra, en la mayor parte de los países de Occidente, el final del año civil. La ocasión invita a los fieles a reflexionar sobre el "misterio del tiempo", que corre veloz e inexorable. Esto suscita en su espíritu un doble sentimiento: arrepentimiento y pesar por las culpas cometidas y por las ocasiones de gracia perdidas durante el año que llega a su fin; agradecimiento por los beneficios recibidos de Dios.
Esta doble actitud ha dado origen, respectivamente, a dos ejercicios de piedad: la exposición prolongada del Santísimo Sacramento, que ofrece una ocasión a las comunidades religiosas y a los fieles, para un tiempo de oración, preferentemente en silencio; al canto del Te Deum, como expresión comunitaria de alabanza y agradecimiento por los beneficios obtenidos de Dios en el curso del año que está a punto de terminar.
En algunos lugares, sobre todo en comunidades monásticas y en asociaciones laicales marcadamente eucarísticas, la noche del 31 de Diciembre tiene lugar una vigilia de oración que se suele concluir con la celebración de la Eucaristía. Se debe alentar esta vigilia, y su celebración tiene que estar en armonía con los contenidos litúrgicos de la Octava de la Navidad, vivida no sólo como una reacción justificada ante la despreocupación y disipación con la que la sociedad vive el paso de un año a otro, sino como ofrenda vigilante al Señor, de las primicias del nuevo año.
El 1 de Enero, Octava de la Navidad, la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La maternidad divina y virginal de María constituye un acontecimiento salvífico singular: para la Virgen fue presupuesto y causa de su gloria extraordinaria; para nosotros es fuente de gracia y de salvación, porque "por medio de ella hemos recibido al Autor de la vida".
La solemnidad del 1 de Enero, eminentemente mariana, ofrece un espacio particularmente apto para el encuentro entre la piedad litúrgica y la piedad popular: la primera celebra este acontecimiento con las formas que le son propias; la segunda, si está formada de manera adecuada, no dejará de dar vida a expresiones de alabanza y felicitación a la Virgen por el nacimiento de su Hijo divino, y de profundizar en el contenido de tantas formulas de oración, comenzando por la que resulta tan entrañable a los fieles: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores".
En Occidente el 1 de Enero es un día para felicitarse: es el inicio del año civil. Los fieles están envueltos en el clima festivo del comienzo del año y se intercambian, con todos, los deseos de "Feliz año". Sin embargo, deben saber dar a esta costumbre un sentido cristiano, y hacer de ella casi una expresión de piedad. Los fieles saben que "el año nuevo" está bajo el señorío de Cristo y por eso, al intercambiarse las felicitaciones y deseos, lo ponen, implícita o explícitamente, bajo el dominio de Cristo, a quien pertenecen los días y los siglos eternos (cfr. Ap 1,8; 22,13).
Con esta conciencia se relaciona la costumbre, bastante extendida, de cantar el 1 de Enero el himno Veni, creator Spiritus, para que el Espíritu del Señor dirija los pensamientos y las acciones de todos y cada uno de los fieles y de las comunidades cristianas durante todo el año.


I
ORACION DE FIN DE AÑO

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad,
 tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año queremos darte gracias
por todo aquello que recibimos de ti.
Gracias por la vida y el amor,
por las flores, el aire y el sol,
por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrecemos cuanto hicimos en este año,
 el trabajo que pudimos realizar,
las cosas que pasaron por nuestras manos
y lo que con ellas pudimos construir.
Te presentamos a las personas
que a lo largo de estos meses quisimos,
las amistades nuevas y los antiguos que conocimos,
los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos,
los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar,
con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido,
por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco
 se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos los olvidos, descuidos y silencios,
nuevamente te pedimos perdón.
A pocos minutos de iniciar un nuevo año,
detenemos nuestra vida ante el nuevo calendario
aún sin estrenar y te presentamos estos días
que sólo tú sabes si llegaremos a vivirlos.
Hoy te pedimos para nosotros y los más cercanos
la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia,
la claridad y la sabiduría.
Queremos vivir cada día con optimismo y bondad
llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra tú nuestros oídos a toda falsedad
y nuestros labios a palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio nuestro ser a todo lo que es bueno,
que nuestro espíritu se llene sólo de bendiciones
y las derrames a nuestro paso.
Amén.
Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!


II

ORACION A SANTA MARIA EN EL AÑO NUEVO


Santa María Madre de Dios:
Son pocas las veces que lo hacemos
Tú sabes que ya no acertamos a rezar,
solo te miramos y te miramos, y tu nos miras:
Y eso nos basta.
Hemos olvidado aquellas oraciones
que nos enseñaron siendo niños
y no hemos aprendido a hablar contigo
de otra manera más viva y concreta
que encadenar palabras
que salen del corazón y la pluma.
Ellas son la expresión de nuestro amor
y la expresión de nuestro cariño de hijos.
Al comenzar el nuevo año
Te pedimos que nos ayudes a creer.
Pero nos resulta todo tan difícil... tan difícil
Y, sin embargo, María, te necesitamos.
A veces nos sentimos muy mal dentro de nosotros.
Van pasando los años y sentimos
el desgaste de la vida.
Por fuera todo parece funcionar bien:
El trabajo, la familia, los amigos....
Cualquiera nos envidiaría.
Pero, Tú lo sabes, no nos sentimos bien.
Ya ha pasado un año más.
Y comenzamos un año nuevo,
que muy pronto se va a desgastar,
y sabemos que todo seguirá igual.
Los mismos problemas,
las mismas preocupaciones,
los mismos trabajos...
Y así ¿hasta cuándo, Madre? ¿Hasta cuándo María?
¡Cuánto desearíamos poder renovar
nuestra vida desde dentro! ¡Desde dentro!
Encontrar en nosotros u
una alegría nueva,
una fuerza diferente para vivir cada día.
¡Cambiar! cambiar,
ser mejores con nosotros mismos y con todos.
Pero la existencia nos dice
que no podemos esperar grandes cambios.
Santa María: Tú nos entregaste el fruto
bendito de tu vientre: Jesús.
Aquella noche en Belén
escuchaste resonar en los cielos
el anuncio angélico de la paz,
primer don al mundo del Verbo hecho carne.
Tú que tuviste en tu brazos al Emmanuel,
inclina benigna tu mirada
sobre la noche oscura de nuestra tierra
todavía embriagada de odio y de violencia.
Comenzamos un año nuevo:
Lo ponemos en tus manos de Madre.
Y en este año que comenzamos
queremos pedirte que nos regales a tu Hijo,
Palabra eterna del Padre, y fruto bendito de tu vientre.
Que esta Palabra esté en nuestros labios,
aunque nos queme como un fuego,
para que sepamos hablar como Jesús,
para que comuniquemos la verdad y la vida,
para que proclamemos la Paz.
Te pedimos, Señora y Madre
la palabra del payaso, para crear alegría;
y la palabra del amigo, para crear amistad.
Te pedimos, Madre de misericordia
que donaste al Salvador al mundo,
la palabra del maestro que enseña,
la palabra de la madre que ama,
la palabra del niño que empieza a hablar
que empieza a nombrar las cosas, que dice papá y mamá.
Te pedimos la palabra del poeta que es bella y profunda...
Te pedimos la palabra del hombre
que sabe guardar silencio
porque su palabra comienza en el corazón.
Te pedimos, esclava del Señor y Reina
no los gritos, sino el silencio;
no la palabrería, sino la palabra;
no la palabra aprendida de memoria,
sino la palabra que expresa y comunica la vida;
no la palabra del mentiroso,
sino la palabra del hombre que es hombre de palabra.
Virgen María: Que en lo escondido de la casa de Nazaret
viviste con amor sencillo y fiel
la dimensión cotidiana de la relación familiar,
entra en cada una de nuestras familias
y derrite el hielo de la indiferencia y del silencio
que vuelven extraños y lejanos a los padres
entre sí y con sus hijos
Te pedimos para nuestras familias,
la palabra cálida,
la palabra cercana y entrañable...,
la palabra humanizada.
Te pedimos la palabra de los hombres.
Te pedimos la palabra de Jesús, tu Hijo.
Tú que velas por cada uno de nosotros
y sabes lo que más necesitamos
recibe nuestros miedos y temores
y transfórmalos en confianza.
Recibe nuestros sufrimientos y dolores
y transfórmalos en crecimiento.
Recibe nuestros desalientos y temores
y transfórmalos en confianzas
Recibe nuestros silencios
y transfórmalos en adoración.
Recibe nuestra soledad
y transfórmala en contemplación.
Recibe nuestras crisis
y transfórmalas en maduración.
Recibe nuestras amarguras
y transfórmalas en paz del alma.
Recibe nuestras lágrimas
y transfórmalas en plegarias.
Recibe nuestras esperas
y transfórmalas en esperanza.
Recibe nuestras frialdades,
y transfórmalas en una presencia cálida
Recibe nuestra ira y transfórmala en intimidad.
Recibe nuestra muerte y transfórmala en resurrección.
Santa María, Madre de Dios:
Danos la fe que tuviste tu para mirarte en todo.
esperanza para no desfallecer en el camino
y amor para amarte cada vez mas
y hacerte amar por los que nos rodean.
Que en este año que comenzamos
que tengamos el corazón alerta, el oído atento,
las manos y la mente activos y que nos hallemos
siempre dispuestos a hacer la voluntad de tu Hijo Jesús.
Han pasado tantas cosas estos años.
Ha cambiado tanto la vida
y hemos envejecido tanto por dentro...
Quisiéramos sentir más vivo y más cercano a tu Hijo.
Estamos demasiado acostumbrados a un estilo de vida.
Tú sabes, María,
que nos dejamos arrastrar por la agitación de cada día.
Tal vez por eso no nos encontramos casi nunca
con esa palabra que es vida y luz para nuestra historia.
Tú estás con nosotros y nosotros andamos perdidos en mil cosas.
María: Graba bien en nuestro corazón
que tú hacia nosotros sólo puedes sentir amor y ternura.
Recuérdanos, desde dentro, que tú nos aceptas
tal como somos
con nuestra mediocridad y nuestro pecado,
y que me amas incluso aunque no cambiemos.
Que a lo largo de este año nuevo
no nos alejemos mucho de ti.
Que sepamos encontrarte
en nuestros sufrimientos y nuestras alegrías.
Entonces tal vez cambiaremos Y será un año nuevo.
Amén.

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