Esta felicitación sabatina es una práctica piadosa
formada por un conjunto de oraciones y cantos que, como su nombre indica, se
practicaba los sábados en la catedral, seminario metropolitano y en muchas
parroquias valencianas.
Fue ideada por el sacerdote valenciano Juan García
Navarro con motivo del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Fue aprobada por el Papa Pío IX, con el breve “Nuper perlatum est nobis”, (2 de agosto de 1863).
Juan García Navarro, nacido en 1820 en Biar
(Alicante), fue un hombre de profundas convicciones cristianas y con grandes
dotes para la música, como queda patente en las obras melódicas que dejó. Entre
otros, dos volúmenes del “Método de canto llano y repertorio de misas, himnos
etc.”, y la misma música, muy vibrante y agradable, de la sabatina, y varias
colecciones de cantos marianos.
Estudió música en Xátiva y Madrid, regresando a
Valencia para compartir sus inquietudes musicales con un grupo de compositores
cercanos al Colegio del Patriarca.
Dos años después de ser ordenado sacerdote en 1852,
García Navarro tomó posesión del cargo de organista de los Santos Juanes de
Valencia, parroquia en la que en 1859 estableció la Asociación de la
Felicitación Sabatina, ante el célebre cuadro de la Inmaculada pintado por Juan
de Juanes en el siglo XVI.
En 1863 fue recibido por vez primera por el
pontífice Pío IX, el papa que proclamó el dogma de la Inmaculada, exponiéndole
el deseo de propagar la devoción mariana a través de la Felicitación Sabatina.
El Pontífice le propuso al sacerdote valenciano establecer la Asociación en
Lourdes y la elevó a la categoría de archicofradía. Juan García recorrió
entonces diversos países, consiguiendo que la Felicitación Sabatina no sólo se
rezara en España, Francia, Italia o Bélgica sino que se difundiese también por
Asia, África, América e, incluso, Australia.
El año 1871 ingresó en la Cartuja de Valbonnais,
cerca de Aviñón, en Francia, no pudiendo terminar su vida como monje, debido a
la supresión de las órdenes religiosas por el gobierno francés. Murió en agosto
de 1903 en el Hospital de Pont Saint Esprit a los ochenta y tres años de edad.
Sus restos reposan al pie del altar de la Inmaculada
en su población natal.
Ave María
Purísima. Sin pecado concebida.
Por la señal.... Señor mío
Jesucristo....
Bendita sea
la santa e inmaculada concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios.
Padrenuestro,
cuatro Avemarías, y un Gloria.
Bendita
sea....
Padrenuestro, cuatro Avemarías, y un
Gloria.
Bendita
sea....
Padrenuestro, cuatro Avemarías, y un
Gloria.
Bendita
sea...
Padrenuestro, cuatro Avemarías, y un
Gloria.
Bendita sea
tu pureza
Y
eternamente lo sea
Pues todo un
Dios se recrea
En tan
graciosa belleza.
A ti,
celestial princesa
Virgen
Sagrada María
Te ofrezco
desde este día
alma, vida y
corazón.
Mírame con
compasión;
no me dejes,
Madre mía.
Oración
a la Santísima Virgen
(De
las revelaciones de Santa Gertrudis):
Ave, blanca
azucena de la resplandeciente y siempre pacífica Trinidad. Ave, bellísima rosa
de celestial amenidad de quien quiso nacer y de cuya leche quiso alimentarse el
Rey de los Cielos; dignaos alimentar nuestras almas con la gracia celestial.
Amén.
Felicitación y Súplica
Oh
Inmaculada María, os damos mil parabienes uniendo nuestras alabanzas con las de
todos los espíritus celestes y de los justos de la tierra, por el gran
privilegio de vuestra Concepción Purísima. Damos también gracias a la Santísima
Trinidad, por el gozo grande que causó a la Santa Iglesia en la solemne
declaración dogmática de este admirable Misterio. Y por la suma complacencia
que dísteis en vuestro primer instante al que tanto se digno enalteceros, os
suplicamos aceptéis estos pequeños obsequios, en compensación de los agravios
que vuestro divino Hijo y vos recibís cada día de los hombres.
Ponemos
confiadamente en vuestras manos las necesidades de la Iglesia y de nuestra
sociedad, y os pedimos por el Santo Padre Francisco, por la transmisión de la
fe en los pueblos, destrucción de todos los errores, conversión de los pecadores,
reforma de nuestras actitudes y comportamientos. Por el crecimiento de todas
las misiones católicas, en especial el bautismo de los niños, así fieles como
infieles, expuestos a morir sin él, y por el aumento y propagación de vuestra
devoción.
Os suplicamos
también concedáis a todos, y en particular a los que os tributamos esta cordial
felicitación, un grande amor a Jesús y
un afecto filial hacia Vos, perfecta pureza de alma y cuerpo y el don precioso
de la perseverancia final. Todo lo dejamos en vuestras manos, y del todo nos
consagramos a Ti; y os suplicamos finalmente, que en retorno de esta visita nos
visitéis y consoléis igualmente a las benditas almas del Purgatorio, pero en
especial a las de aquellas que durante su vida practicaron esta felicitación.
Que logremos todos los que aquí nos asociamos para felicitaros, la dicha de
asociarnos también en el cielo, para ensalzar eternamente el gran misterio de
vuestra Inmaculada Concepción.
Oración de san Bernardo
Acordaos,
oh, piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los
que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y
reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Ti.
Animados de
esta confianza, a Ti también acudimos, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y
aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a compadecer
ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh Madre de Dios, nuestras
humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos
atenderlas favorablemente. Amén.
Oh María sin
pecado Concebida, rogad por todos nosotros que acudimos a Tí.
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